Ser calvo tiene sus cosas

No es especialmente guapo, no tiene un glamour llamativo, no es más ni menos que cualquiera de nosotros... pero tiene algo. Los españoles somos así. Digo los españoles por cercanía, pero podríamos englobar dentro de este colectivo a todos los humanos: no nos gustan mucho los cambios, sobre todo cuando algo va bien. Y el 'calvo' de la lotería funcionaba, ¿o no?

Principios de diciembre y, como embobados, todos mirando al 'calvo' y sus burbujas ofreciéndonos ensoñación, mundos irreales a los que nosotros, los mortales, podemos acceder si nos toca la lotería. Es evidente que es algo material, pero es una tradición, y a mí me gustaba. Además, me veo incapaz de admitir que alguien no esté interesado en recibir un premio monetario por su cara bonita.

Pues bien, resulta que es estadístico. Sí, con el 'calvo' se vendía más Lotería de Navidad. Si es que, era tan cercano y mágico a la vez que se le acaba echando de menos.

Lo mismo sucede con el anuncio de Freixenet, que en su búsqueda por innovar este año ha hecho un anuncio que pasa sin pena ni gloria. Lejos parecen quedar las burbujitas glamourosas y lujosas que te felicitaban la navidad después de pegarse un viaje sicotrópico -fruto del Freixenet- por un mundo dorado.

Y es que, entre eso y que ya no está Ambrosio en los Ferrero y ya no se vuelve a casa por navidad con el Almendro una empieza a pensar que se está haciendo mayor.... Y, sí, me pongo melancólica.... Por cierto, DÓNDE ESTÁN LAS MUÑECAS DE FAMOSA...