La mayoría de nosotros conocemos, aunque sea por oídas en los programas o series estadounidenses la influencia y el reconocimiento que tiene la presentadora televisiva Oprah Winfrey. Pues bien, el otro día escuché en la radio una noticia y una reflexión que me llamaron mucho la atención.
La noticia rezaba que Winfrey se había postulado de forma activa y pública a favor de la candidatura de Barack Obama, precandidato presindencial demócrata que rivaliza actualmente con la ex primera dama Hillary Clinton. Y, ¿cómo apoyó Oprah a dicho candidato? Ayudándole a batir el récord de asistencia a un mitin en esta campaña de elecciones primarias, el domingo en la Universidad de Carolina del Sur. Lo cierto es que, la noticia en sí no tiene una gran repercusión si no fuese por la lectura que muchos medios de comunicación han hecho de ella. Y, eso, es lo que más me sorprendió de todo.
El caso es que, cuando narraba la noticia, la locutora/presentadora del programa reflexionó sobre la idea de que una periodista exponga directamente y sin tapujos su apoyo a un determinado político. Evidentemente no le pareció ético ni correcto, llegando a decir que 'si eso ocurriera en España se armaría una buena'. Pues bien, mi opinión es bien distinta, y ese comentario sólo despierta en mí una cierta sonrisa irónica.
En España llevamos años practicando eso mismo por lo que la periodista se sobresaltaba. Pero, en nuestro caso, mucho peor. Nosotros, en nuestro afán por ser cada vez más cretinos, hacemos las cosas igual que los demás pero las maquillamos para que parezcan diferentes. Lo que, a mi parecer, es mucho peor que lo anterior. Es decir, en España se viene dando apoyo mediático concreto a los políticos desde la misma transición, abogando desde los medios por un periodismo de trincheras (como diría un añorado profesor mío), por un tira y afloja para ver quién tiene más influencia para manipular mejor a la sociedad.
Miren, pueden llamarme catastrofista, pero somos una sociedad a la que todos los días intentan manupular. Por eso, el hecho de que una periodista americana -como es el caso de Oprah- exponga abiertamente cuál es su posición respecto a un determinado político o partido, no me escandaliza más de lo que lo hacen todos los días Iñaki Gabilondo o Federico Jiménez Losantos. Pero, estos últimos mucho peor, porque intentan esconder en la independencia y la objetividad -valores que dudo sepan lo que significan- su orientación política. Lo que no es otra cosa que deprimente y vomitivo.
Por ello, y sin lugar a dudas, prefiero la falta de ética profesional expuesta abiertamente y sin complejos -que la gente sepa del pie que cojeas- que estar todos los días escuchando pamplinas sobre la independencia y la objetividad de mano de manipuladores mediáticos que consideran a su público masa a la que controlar. Eso es algo superior a mí. Su falta de respeto a la sociedad española me repulsa en la misma medida que el flaco favor que le hacen al periodismo, cada vez más descreditado.
Prefiero la verdad, aunque no me guste, que el sentirme manipulada..... Me quedo con Oprah!
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